El auge del trabajo remoto desde casa (home office) y sus consecuencias
En muchas ocasiones las investigaciones no muestran con la contundencia que habría de esperarse, la relación entre las condiciones de trabajo nocivas y el proceso salud-enfermedad, situación aprovechada por los ideólogos capitalistas para sostener que los procesos de producción no dañan a la salud (Navarro, 2012).
Karl Marx comentó que las necesidades del capital de prolongar la jornada laboral más allá de los límites del día provocan efectos patógenos que acarrean atrofia física y espiritual, muerte prematura o robo de sueño.
Las condiciones de trabajo, sin duda, pueden provocar estrés, el cual afecta al funcionamiento corporal. Sin embargo, las personas pueden ignorar o minimizar las manifestaciones del mismo ante la necesidad de seguir laborando y la amenaza del desempleo. Se puede laborar y suprimir la vida personal y familiar, hasta que los daños a la salud imposibiliten seguir trabajando.
En este punto, la empresa toma la decisión de un despido, al ver que el trabajador ya no rinde de la misma forma.
Esto es en una visión general. Sin embargo, es importante ver la subjetividad y la complejidad dentro de todo el proceso.
¿Qué nos vino a traer esta pandemia?
En este artículo, me gustaría enfocarme en los cambios traídos a quienes pasaron del trabajo presencial al home office.
Los empleos que se han podido trasladar a casa tienen una condición particular, y es que, si se pueden realizar a distancia, en su mayoría son trabajos que conllevan poco movimiento; es decir que podemos realizar en una forma sedentaria, frente a nuestra computadora.
Probablemente esta forma sedentaria de trabajar ya la traíamos previo a la pandemia, con la diferencia de que antes nos trasladábamos a nuestro lugar de trabajo, de vez en cuando nos movíamos a visitar a compañeros y teníamos contacto con el mundo exterior.
Ahora en muchos casos ya no es así. Se sale muy contadas veces de casa, el tiempo pasado frente a la computadora y celular se vuelven excesivos, la misma luz que emiten estos dispositivos nos dejan en un estado de alerta, que se transforma en dificultad para dormir.
Además, no contar con un lugar adecuado en el hogar para trabajar y hábitos establecidos pueden desencadenar problemas en nuestras muñecas, coxis, cuello, piernas, por mencionar algunos, así como enfrentarnos al aumento de peso y a una mala condición en nuestras emociones.
La pandemia nos vino a revelar un estilo de vida que ya traíamos, pero que ahora se hace más evidente. Dejamos de ir corriendo para llegar a casa, porque ahora ya estamos en casa. Con ello, podemos darnos una pausa para estar con nosotros mismos, para percatarnos de nuestras emociones, de nuestro sentir.
El encierro, la falta de sueño y de movimiento nos altera. Esto se manifiesta en una mala alimentación, en comer demasiado algún sabor en particular, en dejar de comer, en pelearnos o distanciarnos de las relaciones con los otros, incluso de quienes están en nuestro mismo techo.
¿Cómo podemos solucionarlo?
El primer paso sería hacer contacto con nosotros mismos y con nuestra naturaleza. El ser humano requiere de movimiento para vivir sanamente, requiere de concentración en una sola cosa a la vez.
A veces queremos hacer tantas cosas en tan poco tiempo que terminamos por no hacer bien ninguna, por no darle el lugar que tienen. A veces estamos con una persona pensando en el trabajo, o estamos en el trabajo pensando en una persona, en los hijos, en la pareja, en las labores del hogar.
Todo esto provoca que no terminemos ninguna adecuadamente, que no estemos viviendo el momento y que haya un desgaste de energía mental terrible por estar “en el futuro”.
Por ello, después de ese contacto con nosotros mismos, lo siguiente sería organizar nuestro tiempo. La mayoría de las veces pensamos que para iniciar algo debemos estar motivados, cuando muchas veces es justo lo contrario: Iniciar nuevos hábitos nos permitirá obtener dicha motivación. Empezar y ser constantes es fundamental.
Organiza tu tiempo
El principal hábito se centra en nuestra organización de las actividades. Empezar a definir cuánto tiempo se le dará a cada actividad, una por una con su tiempo exclusivo.
En estos momentos donde el home office da la sensación de estar todo el tiempo en la oficina, lo principal sería respetar nuestros horarios de trabajo. Incluso si queremos o es necesario dar más de nuestra jornada, definir cuanto más se dará y no rebasar ese límite. Organicemos el tiempo de trabajo, el tiempo para nuestras labores en el hogar y para convivir.
Mantente activo
El siguiente punto para una solución es, dentro de ese tiempo, dedicar un momento del día a nuestro cuerpo; es decir, correr, salir a caminar o hacer alguna otra actividad física que sea de nuestra preferencia, pero movernos. Piernas, rodillas, pies, manos y muñecas nos lo agradecerán. Cada media hora darnos lapsos para levantarnos y estirarnos.
También es necesario buscar que el lugar en el que trabajemos tenga luz natural suficiente y el asiento este cómodo.
Es importante generar un cansancio corporal más que mental. Esto nos ayudará a descansar adecuadamente. Además de seguir las recomendaciones de los expertos de dejar el celular al menos media hora antes de dormir.
Aliméntate sanamente
Un hábito igual de importante es el de respetar los horarios para las comidas, tratando de que estas sean las más nutritivas para nosotros. Reducir azúcares y si las vamos a consumir, que sean de preferencia de frutas, ya que el azúcar contribuye a que nuestra mente trabaje de forma muy acelerada y si tendemos a la ansiedad, esta se potencializa. Lo mejor siempre será comer de una forma variada en sabores y valor nutricional.
Socializa
Otro de los puntos en los que podemos tomar acción es en darnos un tiempo para poder entablar conversación con los otros. Si vivimos solos, darnos un tiempo para hacer esa llamada o videollamada, hablar con familia y amigos; y estar conscientes de que ese tiempo que dediquemos a la llamada será solo para ellos, escucharlos y también hablar nosotros mismos. Si tenemos a personas en la casa con quienes hacerlo, mucho mejor aún.
Respira y medita
Finalmente, hay más cosas en las que podemos tomar acción para aprovechar en mirarnos y no dejar que el home office interfiera en nuestra salud física y mental. Pero dos de las más importantes se las mencionaré a continuación:
La primera es, si se tiene la posibilidad, todos los días tener contacto con el sol y aún mejor con algún elemento de la naturaleza, tener cerca un árbol o el pasto, ayuda mucho a la condición emocional. Poner los pies en la tierra, literal y metafóricamente, nos ayuda a estar en contacto con nosotros.
El segundo punto es empezar a poner atención en la forma en la que respiramos, tratar de hacerlo unos minutos al día muy profundamente, inflando el estómago al inhalar y ver cómo este se desinfla al exhalar suavemente, concentrándonos única y exclusivamente en nuestra respiración.
Una técnica usada en la meditación es con cada inhalación y exhalación contar del 1 al 10 y del 10 al 1, mirando un punto fijo. Hacer esto unos 5 minutos al día nos permitirá, primero, saber qué tanto podemos poner atención en algo, ya que puede suceder que ya estemos en un conteo muy largo. Y, segundo, ir practicando, ya que si nos damos cuenta de que perdimos la concentración podemos volver a empezar.
Albert Einstein dijo: «Una locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo».
Es cierto que las condiciones externas en este momento pueden no ser las adecuadas para nuestro mejor desarrollo. Sin embargo, si lo hacemos conscientemente y empezamos a tomar acción y responsabilidad sobre ello, será posible crear una mejor realidad para nosotros con los recursos con los que contamos.
Agradezco por haber llegado hasta este punto de la lectura. A veces un pequeño cambio, implementar alguna de estas acciones o investigar algunas más e incorporarlas en nuestra vida cotidiana, en el día a día, puede ayudar mucho.
Mis mejores deseos en este proceso y época de cambios.
Autor: Diana Paredes Ramírez, Máster en Psicología sistémica y especialista en Inteligencia corporal para la vida.
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